A mis 30 años, junto con mi hijo Marcos, me embarqué en una gran aventura que si bien en un principio significó dejar todo en pausa por un momento: mi negocio, mi fundación, mis amigos; conseguí grandes regalos dados por la vida.
Aprendí que soy mucho más que un título, mis capacidades y cualidades no se fueron solo por cruzar una frontera.
EE. UU me regaló nuevas experiencias, nuevas posibilidades de emprendimientos y una hermosa familia la cual agradezco a Dios día a día y cuido para que todos crezcamos sanos y llenos de amor.
Conseguí al amor de mi vida, me casé y tuve 3 hijos más. El merecimiento del amor se hicieron parte de mi día a día y ese fue el inicio para manifestar la vida que siempre soñé.