A los 20 años de edad quedé embarazada y me casé con el padre de mi hijo, en un intento por formar un hogar estuve en una relación de codependencia emocional por 3 años siendo abusada física, verbal y emocionalmente.
Me encontraba desbastada, todo en mi vida se había venido abajo, había abandonado la universidad, estaba embarazada y me encontraba con una pesadilla cada noche en mi propio hogar cuando él regresaba del trabajo.
“No sabía qué hacer”
El tener a mi hijo me dio fuerza, a pesar del miedo, por mi bebé estaba dispuesta a tomar las riendas de mi vida y buscar la luz que tanto necesitaba. Si por mí no valía la pena por él sí. Dios me envió ese angelito y mi deber era cuidarlos así que tomé fuerza y con Dios de la mano me levanté.